Caso 2


Soledad, tal como ella pidió ser llamada, es mamá de ocho menores indocumentados y es parte de los 400 mil argentinos sin sombras. Vive en una casa ocupada a unas 20 cuadras de La Cava, del partido de San Isidro, de la provincia de Buenos. Tarde, aunque ahora con apuro, decidió comenzar los trámites para documentar a sus hijos.

“Más que nada para beneficio de ellos. Si tengo que vivir sin documento, lo haría, pero por un trabajo o un beneficio para mis hijos, sino el día de mañana los va a perjudicar bastante”, explicó.

Aunque sus hijos más pequeños no perdieron años de escuela y recibieron atención médica cada vez que la necesitaron, su hijo mayor ya empezó a sentir las consecuencias de ser indocumentado. “El chico de 15 quiere estudiar, pero lo quieren mandar a un sexto grado con un guardapolvo que le da vergüenza por su fisionomía. Todo esto no es culpa de él”, señaló.

A pesar de que esta mamá está inscripta en el Registro Nacional de las Personas no tiene su documento y se hartó de escapar de la invisibilidad. “Trabaje en muchos lugares, sin ir más lejos era auxiliar contable”, señaló. Según explicó, cada vez que le pedían el documento se “hacía la tonta, zafaba el momento”. “Pero después de un año y medio o dos me decían que si no tenía documento, que no tenía que volver más. Y no volvía”, señaló.

Siempre al borde de las lágrimas, Soledad trató de justificar la invisibilidad de sus hijos y explicó que vivían problemas más graves que posponían la documentación. “El trámite era un problema menos”, contó unos minutos después de relatar las innumerables veces que vivieron en la calle o en la casa de algún “amigo” que los alojaba por un tiempo.

Pese a que la reflexión y la urgencia no la dejan bajar los brazos, Soledad reconoció que la indocumentación es un detalle que los “afecta”. “Nos afecta mucho…me estoy quebrando”, reiteró mientras rompía en lágrimas.

De todas formas y a diferencia de años anteriores, aseguró que durante el parto de sus nietos lo único que le aconsejará a sus hijos se resume en una sola palabra: “Anotalo”.

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